sábado, julio 29, 2006

Una vez más, la canción del Álamo.

La trompeta toca a degüello. Todo el Ahora va a ser pasado a cuchillo.
El miedo a lo desconocido ya no pude impedir el paso al otro lado de la colina: es inevitable coronar y descender.
Cuando muere una escena, se ilumina un nuevo escenario.
El miedo no es disculpa y la piedad no es opción.
¡Hágase la (nueva) luz!

martes, julio 18, 2006

La idea cautiva

Las ideas son libres. Como los caballos salvajes, pertenecen al horizonte.
Podemos capturar alguna instantánea de su paso -más o menos bella, mas o menos oportuna- antes de verlas partir hacia su desconocido destino.
Aunque, en ocasiones, conseguimos acorralar y domar alguna para hacerla trabajar, haciendo piruetas, en nuestro circo particular.

Parábola de la Virgen Esquiva

Salí a buscarla, pues necesitaba su aparición. La busqué allí donde debería estar: historiados altares de iglesias barrocas, sobrias pilas bautismales de basílicas visigóticas, retablos neoclásicos, modernos templos racionalistas,… La busqué con fervor entre olores de santidad, en la fresca penumbra de las hornacinas, en el sonido de las campanas centenarias,…
Pero no la encontré. Cansado entré en una cafetería a reponer fuerzas. Allí, medio adormilado ante una taza de café, levanté la vista y la vi. Estaba, resplandeciente, sobre la cafetera.
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La siguiente aparición la busqué directamente en el bar: pedí café y miré la cafetera. No apareció. Tres cafés mas tarde seguía sin aparecer. ¿Habría sido casualidad?
Volví, entonces, a los templos. Volví a buscarla en todos los rincones sacrosantos en los que, decían, moraba. Todo inútil. La Virgen no me concedía el regalo de su presencia.
Una eternidad después, cansado y frustrado, recalé de nuevo en el bar. Pedí café. Entonces, cuando iba a dar el primer sorbo, la vi. Esta allí, otra vez sobre la cafetera, majestuosa, celestial y con un punto burlón en la mirada.